lunes, 21 de febrero de 2011

Aprendiendo a restar





Un día te sorprendes al mirarte al espejo y acercas tus manos a esos surcos que están ahí y son nuevos y crees que se pueden borrar como una mancha con solo pasar la mano, miras a los lados, porque te has dado cuenta en un establecimiento público y dudas si son reales o imaginarias, y tienes la esperanza de despertar y que desaparezcan….y te reprimes porque van a pensar que estás locas o tienes alucinaciones y ves moscas  en tiempo de nevadas.

Nadie te dijo que  en la menopausia fueras un barco de madera en una tormenta, ni que con la edad y el repaso a lo vivido, sufrieses una segunda adolescencia, donde el espejismo  es que aún existe la posibilidad de cambiar el mundo y enmendar los errores, incluso llegas a creer que es posible el amor incondicional o  la amistad  eterna., que solo hace falta examinar mejor el género humano o tener mas suerte.

Otras veces te das cuenta de que parece haber desaparecido tu código moral en las nuevas generaciones y ante malas noticias en gente amiga empiezas a alegrarte de que no te haya tocado.
Sigues deseando  sobre todas las cosas querer y que te quieran   aún sabiendo , como sabes a estas alturas del camino, de la fragilidad de estos sentimientos, empiezas a comprender  que  estamos empezando la era de las restas.


3 comentarios:

  1. Puede que el dilema esté en que a veces uno se empeña en sumar porque se niega a restar, sin comprender que en tiempo de resta, hay veces que sumas mucho más de lo que crees, aunque no sea lo que quieres. Un beso amiga. Valle

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  2. Se me olvidó decirte que me ha gustado mucho tu reflexión. Un besote.
    Valle

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  3. Hola Sin. Creo que restar se resta desde el primer día de vida. No soy matemática ni recuerdo ciertas operaciones, pero debe haber por ahí alguna ecuación que demuestre que - es +. Y si no la hay la inventamos. ¿Te parece?

    un beso

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