domingo, 24 de abril de 2011


POEMA CUANDO INFELIZ, POSTRADO POR EL HOMBRE
WILLIAM SHAKESPEARE
Cuando, infeliz, postrado por el hombre y la suerte,
en mi triste destierro lloro a solas conmigo,
y agito al sordo cielo mi grito vano y fuerte,
y, volviendo a mirarme, mi destino maldigo,

y sueño ser como otro más rico en esperanza,
tener su mismo aspecto, gozar sus compañías,
y envidio el arte de éste, del otro la pujanza,
hastiado aún de aquello que me daba alegrías;

si en estos pensamientos mi desprecio me espanta,
pienso en ti felizmente, y entonces mi consuelo
como una alondra a orillas del día se levanta
del mundo oscuro, y canta a las puertas del cielo.

Tal riqueza me ofreces, dulce amor recordado,
que desdeño cambiar con los reyes mi estado.

domingo, 3 de abril de 2011

Otra forma de querer. Foto y poesía de Jorge Rueda

Pasaba tanto tiempo quieta 
que se convirtió en prisionera de si misma 
y temia la libertad 

tan apasionada era que, de tarde en tarde, no podia contenerse 
sufria arrebatos de locura y se entregaba a conocer fuera de la 
puerta siempre abierta de su jaula 

vacilante, se lanzaba a la emoción 
por las serenas y radiantes sensaciones 
de esos pequeños saltos al vacío 
que van buscando topezar con un mirar amigo 

vibraba intensamente con el terremoto de sentires 
que se atraen en un encuentro y en cada nuevo salto 
creia arriesgar el equipaje de su vida 

de pronto, se paraba , se quedaba pensativa 
y sentía un intenso miedo 

igual que el pájaro criado entre barrotes 
que despues de disfrutar por poco tiempo del vuelo en 
libertad, añoraba temeroso el abrigo de su cárcel 
porque desconocía la voluntad de valerse 
fuera de las rejas 

enmudecía 
y en ese instante o en otro mas tranquilo 
volvía la cabeza al aparente calor de su prisión 
en lugar de usar la poderosa arma de su inteligencia 
para entender que es tan breve la vida 
que no se la puede apreciar en su belleza cautiva 
en una jaula, 
que es posible , que todo es posible 
que si,que hay que huir del sufrimiento, pero que eso 
ciertamente ocurrirá el dia que estemos muertos 

aunque no olvidaba el dulce placer de sus escapes 
y quizás algún dia, o quizás ya tarde 
alzaría el vuelo sin mirar atrás. 

Jorge Rueda